miércoles, noviembre 10

...El Niño que enloqueció de amor

¿Habéis oído cantar un pájaro en la no­che?
Suele ocurrir que un rayo de luna, un ra­yo levemente dorado, derramándose, derra­mándole por entre el misterio del follaje, al­canza la rama donde se acurruca el avecita dormida, y la despierta. No es el alba, como imagina el ave. Pero... ella canta.
Luego, si el avecilla es lo que se llama un equilibrado y fuerte pajarito, descubre su engaño, hunde otra vez el pico en la tibieza de las plumas y se vuelve a dormir.
No obstante, avecitas hay, inquietas y frágiles, para quienes el rayo de luna tiene un poder de sortilegio. Y tras de cantar, sal­tan aturdidas y vuelan... Sólo que, como no es el día el que llegó, se pierden pronto en la obscuridad, o se ahogan en un lago ilumi­nado por el pálido rayo de oro, o se rompen el pecho contra las espinas del mismo rosal florido que, horas después, pudo escuchar­les sus mejores trinos y encender sus más delirantes alegrías.
¿Cuál es el rayo venenoso que despierta algunas almas en la noche, les roba el ama­necer y las ahoga en una existencia de tinieblas?
Voy a revelaros el secreto de un niño que enloqueció de amor.

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